Tomado del Blog RED DE PSICÓLOGOS
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Robert Hare, psicólogo y presidente del Grupo de Investigación Darkstone, en Vancouver (Canadá) ha pasado gran parte de su vida desentrañando los misterios de la mente de los psicópatas. Su nombre pasará a la historia de la psiquiatría por ser quien ideó el método más utilizado en el mundo para identificar a aquéllos que no sienten empatía por los demás. Hare, sin embargo, es el polo opuesto: empatiza y se emociona con facilidad, algo evidente al ver cómo le brillan los ojos al hablar de su hija, fallecida hace poco. Autor del libro Sin conciencia (Ed. Paidós), ha visitado Madrid invitado por
Pregunta.- ¿Por qué decidió dedicarse a los psicópatas?
Respuesta.- No fue algo pensado. Estudié en Estados Unidos y cuando mi hija enfermó tuve que volver a mi país, Canadá, donde encontré trabajo de psicólogo en una cárcel. Allí conocí a muchos psicópatas. Me preguntaba por qué unos cumplían las leyes y otros no.
P.- ¿Y qué ha descubierto?
R.- No mucho. Durante cientos de años los médicos los han etiquetado de formas diferentes. Cuando comencé a trabajar, en los años 60, no había métodos estándar para medir la psicopatía y por eso diseñé uno,
P.- ¿Y un terrorista? ¿Tiene también cierto grado de psicopatía?
R.- Es complejo. Es cierto que muchas organizaciones terroristas son atractivas para los psicópatas. Encajan bien allí porque les permiten hacer lo que harían de todos los modos, pero también son un problema para la organización porque sólo piensan en sí mismos, son impulsivos y poco leales. Son así de nacimiento. Un soldado necesita formación para matar, un psicópata no.
P. - Luego, ¿son muy peligrosos?
R.- Bueno, el 99,9% no mata. Hay muchos psicópatas en los negocios y la política. Y suelen ser encantadores, de esos que te convencen. Pero las resonancias magnéticas del cerebro han mostrado que cuando un psicópata habla de la muerte de un niño las partes de su cerebro que procesan las emociones están inactivas, como si hablara de fútbol. Por contra, se les activan las áreas del pensamiento. procesan los datos, pero no sienten.
P.- ¿Son cómo máquinas?
R.- En cierto modo, son como máquinas muy potentes no guiadas por las reglas. En las personas normales, no hay pensamiento sin emoción.
P.- ¿Y su origen?
R.- No lo sabemos. Las últimas investigaciones muestran que hay partes su cerebro emocional que son más pequeñas de lo normal. ¿Era así su tamaño? ¿Se quedaron pequeñas por falta de uso? ¿Hay genes que regulan que se activen? Sabemos que hay rasgos de la personalidad que tienen un componente genético, pero ese material que da la naturaleza es el entorno el que lo moldea. También hay estudios de genética conductual con gemelos. Uno de Viding, con más de 3.000 gemelos de siete años, midió la aparición precoz de la psicopatía.
P.- ¿Qué rasgos nos pueden indicar si un niño será un psicópata?
R.- Suelen muy impulsivos, mienten, maltratan a sus compañeros...
P.- ¿Y tienen tratamiento?
R.- Poco se puede hacer. Para empezar, la gente no cree que haya personas así. Pero las madres sí observan que, tratando igual a sus hijos, uno es diferente. Les quieren igual, les educan igual, pero con el psicópata no habrá conexión emocional. Y hay tratamientos, pero poco desarrollados.
P.- ¿Hay muchos psicópatas a nuestro alrededor?
R.- En las cárceles de EEUU suponen el 15%. En la sociedad en general, el 1%. Por sexos, parece haber más hombres, pero puede deberse a que las mujeres han estado sometidas a más control de su comportamiento.
P.- ¿Y hay más que en el pasado?
R.- Parece que sí. Puede ser porque la sociedad es más permisiva. Se valora al poderoso, al que sube sin escrúpulos; y las películas ensalzan al que más mata. Los psicópatas, además, son promiscuos. Tienen muchas parejas y muchos hijos, que abandonan. Hace miles de años, esos niños morían y ahora no. En todas partes los hay. Incluso en un paraíso utópico nos encontraríamos con uno.
R.- Entonces no sería el paraíso.
P.- Cierto, por eso es una utopía.
ROSA M. TRISTAN
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