NICOLÁS, EL GUERRERO



- ¿Usted es su papá? me preguntan un par de profesoras de rostro bonachón.
- Si, soy papá de Nicolás, le respondo.
- ¡Qué gusto señor!...Estamos tan orgullosas de Nicolás que no resistimos contarle lo que ocurrirá el día lunes por la mañana...

Es sábado y en el colegio donde estudian mis dos hijos se llevan a cabo las Olimpiadas Escolares. Mi hijo Nicolás de 8 añitos ha participado en cada una de las pruebas junto a su inseparable grupo de compañeritos.

Le veo correr tras una
pelota sudando tratando de meter un gol, siempre esforzándose, ágil como un gato y guerrero como un leoncito. Se le ve flaquito, aunque muy vivaz, con sus característicos dientes de conejo, que hacen de su sonrisa un gesto angelical.

Desde pequeñito Nicolás fue muy querido. En su primer colegio, el "Ricardo Palma" las profesoras le usaban como el modelo a seguir por sus amiguitos y amiguitas ("el modelo", "el modelo", le decíamos a modo de broma) y ahora luego de un largo periodo de adaptación vuelve a relucir como el alumno estrella de siempre. Parece mentira, después de tantos sinsabores otra vez las alegrías. Sus amiguitos le quieren, mete gol los demás lo celebran, le cargan. Ríen.

Han sido difíciles estos años ¿verdad Nicolás?, la ruptura de nuestra familia, tu nueva familia, esos fines de semana en Los Olivos donde jugábamos fulbito en el parque, mi nueva familia...tu familia, el viaje a Canadá (la despedida...¡qué dolor!). Y el duro regreso a Lima. Un periodo de tremendos cambios ¿verdad Nicolás y Sebas?. Lo sentimos tanto.

- La profesora: ¡Nicolás, ve tú adelante!. ¡¡Nicolás: quítale de bola al más grande y trata de meter una canasta...vamos Nicolás!!. ¡¡Tú primero Nicolás, para que guíes al resto!!

- Nicolás: (con decisión y mirándole a los ojos) ¡profesora, yo soy el más chiquito pero le prometo esforzame para ganar el partido!

Prosigue la Gimkana, hay varias pruebas, Nicolás tira la vara de plástico y logra hacerla ingresar por el aro. Primer punto para el 3ero. "A" gritan todos: ¡buena Nicolás!. Él corre, se esfuerza, se concentra, pone su alma en cada intervención.

Qué gusto mirar a mi hijo, me pongo a jugar un poco de fulbito con él y sus amiguitos. Me pongo al arco y esos mocosos me fusilan con tremendos patadones (...ya no estoy tan joven como antes) igual Nicolás corre, se divierte, intenta, se cae se levanta y sigue intentando. ¡pum...gol de Nicolás!. ¡Buena Nicolás!

- (una de la profesoras) Señor, lo que queríamos decirle -pero no se lo cuente a él ah!...queremos que sea un sorpresa- es que el día lunes en la mañana será premiado públicamente como el ganador de las Olimpiadas de Matemática. Obtuvo nota 20, sí la mejor nota: 20. Es el ganador del concurso entre las 3 aulas de 3er. grado.

- (la otra profesora) Sí señor, vino retrasado, pues vino de Canadá y se integró al último de todos, fue más difícil para él, pero lo logró, lo logró...estamos tan orgullosas por él.

El rostro de ambas demostraban mucha alegría y entusiasmo, estaban muy orgullosas y me miraban esperando alguna respuesta, y yo mudo...sólo sonrío. Apenas abro la boca, siento que mis labios se me van para abajo y mis cejas se arquean como que si se chorrearan. Mi garganta puja para contener la emoción desbordante y tras esfuerzos sobrehumanos para poder hablar, atino sólo a agradecer y abrazarlas tembloroso, en gesto de orgullo ajeno.

Nicolás, lo ha logrado. Otra vez él, se esforzó al límite para dar lo mejor de sí. Otro triunfo, mi Nicolasito lindo y bueno, otra vez tú. Qué alegría debes estar sintiendo, qué contento debes estar. Te felicito, ha sido un nuevo logro tuyo, premio a tu tenacidad, a tu constancia, a tu disciplina. ¡Qué felicidad saberte tan contento!

Te quiero Nicolás, te quiero Sebastian, con o sin diplomas. Con o sin goles, los quiero por ser como son. Gracias Nicolás, gracias por ser como eres hijo.

Tu papá


Hans Gutiérrez
Psicoterapia ON-LINE


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